Caos, magia, arte y anarquía

«Los primeros ingenieros del caos puede que fueran los sabios hindúes, que diseñaron un método para operar el cerebro llamado yoga. Los budistas produjeron uno de los mejores manuales para operar el cerebro: el Libro Tibetano de los Muertos. Los taoístas chinos desarrollaron la enseñanza de fluir, no aferrándose a ideas y estructuras sino cambiando y evolucionando. El mensaje era: mantén la calma, no entres en pánico, el caos es bueno, el caos crea infinitas posibilidades».

Caos y cibercultura (Timothy Leary)

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«En nuestro mundo, ‘caos’ y ‘anarquía’ representan el desbarajuste, la disfunción de lo que tiene que funcionar. En nuestra lengua, quieren decir falta de ley, haciendo ver que para que las cosas funcionen hacen falta ley y gobierno: es la fuerza simbólica de los conceptos, como diría Lacan. La fuerza de una simbología que tiene por objeto fabricar una cosmovisión en la que perdemos contacto con la vida material, perdemos la confianza original en ella y el sentido del bienestar; y en cambio, nos hace aceptar la ley y rendir nuestras vidas a los seres superiores que nos gobiernan.

La ley es, relativamente hablando, producto de los tiempos modernos. (…)

Anarquía es la cualidad básica de los sistemas autopoyéticos, puesto que no hay entes superiores que dicten leyes ni las mantengan: no hay Poder: la vida es anárquica. Las formas orgánicas son al mismo tiempo, caóticas y perfectas; caóticas porque no hay un orden predeterminado ni un patrón de conducta: no se fabrican con moldes fijos ni maquetas; y son perfectas porque realizan perfectamente los procesos vitales que sustentan.

Así pues, ‘caos’ y ‘perfección’, ‘caos’ y ‘armonía’, no sólo no son calificativos excluyentes sino que están estrechamente unidos. Lo mismo que la ausencia de ley está unida a la armonía, porque los fenómenos naturales, la vida, es un equilibrio que ha tardado siglos de evolución en asentarse: esa es la razón de la armonía y de la perfección, y no la ley preconcebida.

El conocimiento de la vida, su condición autopoyética y anárquica, se oculta en medio de una profusión de información y de conocimientos dispersos. Como si estudiásemos los órganos, los tejidos y las células de nuestro organismo por separado y nos ocultasen que forman parte de nuestro cuerpo, su función y su interrelación (armónica, an-árquica) como partes de un todo. De este modo, a pesar de todos los conocimientos —cada vez más específicos, más sectorializados, como si la verdad estuviese en el interior de cada corpúsculo sólido de vida, y no en la interrelación de sus formas y procesos, en su movimiento asociativo—, y a pesar de los avances tecnológicos para estudiar la vida, como decía Saint-Exupéry, lo evidente permanece invisible; invisible, indecible e impensable porque nuestro mundo simbólico y nuestra semántica ocultan lo que es la vida. Y se oculta, porque si los seres vivos tienen como cualidad la autorregulación, y si su agrupación, por muy compleja cuantitativa y cualitativamente que sea, no es jerarquización, la necesidad de cualquier tipo de gobierno o de jefatura queda en entredicho».

El asalto al Hades (Casilda Rodrigáñez)

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«Si yo volviera a nacer, sería anarquista».
Lucio Urtubia

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«Vivimos en un mundo que cambia rápidamente, las aplicaciones de la alta tecnología y la saturación de nuestro medio nos permiten mezclar estilos de infinitas maneras, donde elementos del pasado, presente y posiblemente del futuro marcan muchos aspectos de nuestra vida cotidiana, desde las ropas que vestimos hasta las creencias que adoptamos.

Mientras otros sistemas mágicos prometen estabilidad, un tiempo fijo, un universo ordenado y todo cerrado, la Magia del Caos se modifica con la fusión y la fluidez de la vida moderna. Entonces, ¿cómo se diferencia la Magia del Caos de otros sistemas en nuestro mundo contemporáneo? En primer lugar, la Magia del Caos es un paradigma en vez de un sistema en sí mismo. Es una aproximación o una visión general, donde cada uno, individualmente, crea su propio psicocosmos mágico. En vez de seguir un camino pre-establecido, la Magia del Caos traza y sigue su propio camino, buscando lo que es mejor para ella. Los magos caóticos tienen, desde el principio, la opción de ser todo lo eclécticos que deseen, seleccionando condiciones y técnicas de cualquier sistema mágico que crean útil, sea del pasado, presente o futuro, de la literatura, arte, ciencia, seudo-ciencia, tecnología o fantasía.

El impacto revolucionario de la Magia del Caos es dar énfasis a la experiencia propia. Lo que interesa es la experiencia vivida en lugar de asimilar creencias, secretos o listas de correspondencias. No existen profesores. En el Caos no hay profesores, libros sagrados o tradiciones que dicten creencias y comportamientos. Los magos del Caos son libres para actuar primero, escoger sus preguntas y después sus respuestas. Este es el mago del Caos. En vez de gurú o profesor, él es responsable del desarrollo, experiencia, creatividad y resultado de sus acciones».

«¿Por qué Magia del Caos?» (Phil Hine)

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«Estamos aquí para apagar las luces del escenario. Y mientras cunde el pánico,
cambiaremos el decorado, robaremos los guiones de las manos de los actores y los
reemplazaremos con alguna otra trama. Las luces se encienden, la obra comienza de
nuevo, el público vuelve a sus asientos. Y a mitad de la representación apagaremos las
luces de nuevo y empezaremos otra distinta. Porque sí. Detened la máquina.
El caos es ahora».

«Tabula rasa» (Chaos Condensed)

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«El arte tiene un papel fundamental en esta guerra contra el pensamiento único,
siempre que sea fuera de esas cuatro paredes que actúan de ataúd. Un megáfono
grita «¡Dadá!» mientras espera a salir del inodoro con forma de virgen y convertirse
en la escobilla que se le mete por el culo a los discípulos de Aneris. El surrealismo
se pone un traje de buzo y lanza un misil de subrealidades oníricas contra el
parlamento de lo aburrido y cotidiano. ¡Boom! El teatro callejero se quedó
anclado en la pura representación recuperada por el capital. Necesitamos un nuevo
teatro revolucionario que muestre la falsa realidad a la vez que la cambia. No basta
con enseñar lo malo que es un banco: hay que destrozar la misma idea de capital
dándole la vuelta. Los nuevos medios nos abren también nuevas posibilidades a ser
exploradas… Inventemos y recuperemos nuevas artes al servicio del pueblo, la
subversión, la diversión y las líneas de fuga caóticas».

Tacticus Discordianorum

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EL CAOS NUNCA MURIÓ. Bloque primordial sin esculpir, único excelentísimo monstruo, inerte y espontáneo, más ultravioleta que ninguna ideología (como las sombras antes de Babilonia), la homogénea unidad original del ser todavía irradia serena como los negros pendones de los Asesinos, perpetua y azarosamente ebria.

El caos precede a todo principio de orden y entropía, no es ni Dios ni gusano, sus deseos insensatos abarcan y definen toda posible coreografía, todo éter y flogisto sin sentido, sus máscaras son cristalizaciones de su propia falta de rostro, como las nubes.

Todo en la naturaleza es perfectamente real incluyendo la conciencia, no hay absolutamente nada de lo que preocuparse. No sólo se han roto las cadenas de la Ley, es que nunca existieron; los demonios nunca guardaron las estrellas, el Imperio jamás se fundó, a Eros nunca le creció la barba.

No, escucha, lo que ocurrió fue esto: te mintieron, te vendieron ideas sobre el bien y el mal, te hicieron desconfiar de tu cuerpo y te avergonzaron de tu profesión del caos, se inventaron palabras de asco por tu amor molecular, te mesmerizaron con su indiferencia, te aburrieron con la civilización y con todas sus roñosas emociones.

No hay devenir, ni revolución, ni lucha, ni sendero; tú ya eres el monarca de tu propia piel; tu inviolable libertad sólo espera completarse en el amor de otros monarcas: una política del sueño, urgente como el azul del cielo.

Despojarse de todos los derechos y dudas ilusorias de la historia exige la economía de una legendaria edad de piedra; chamanes y no curas, bardos y no señores, cazadores, no policías; recolectores de pereza paleolítica, dulces como la sangre, van desnudos como un signo o pintados como pájaros, en equilibrio sobre la ola de la presencia explícita, sobre el ahora y siempre sin relojes.

Los agentes del caos dirigen candentes miradas a cualquiera que sea capaz de atestiguar su condición, su fiebre de lux et voluptas. Sólo estoy despierto en lo que amo y deseo hasta el punto del terror; todo lo demás no es sino mobiliario amortajado, anestesia cotidiana, cagadas mentales, aburrimiento subreptil de los regímenes totalitarios, censura banal y dolor inútil.

Los Avatares del caos hacen de espías, saboteadores criminales del amour fou, ni altruistas ni egoístas, accesibles como niños, con los modales de los bárbaros, excoriados de obsesiones, en el paro, sensualmente perturbados, ángeles-lobo, espejos de contemplación, ojos como flores, piratas de todo signo y sentido.

Aquí estamos arrastrándonos por las grietas entre las paredes de la iglesia estado escuela y fábrica, todos los monolitos paranoicos. Separados de la tribu por una nostalgia feraz escarbamos túneles tras las palabras perdidas, las bombas imaginarias.

El último acto posible es el que define la propia percepción, un cordón de oro invisible que nos conecta: baile ilegal en los pasillos del juzgado. Si hubiera de besarte aquí lo llamarían un acto de terrorismo; así es que llevémonos las pistolas a la cama y despertemos a la ciudad a medianoche como bandidos borrachos celebrando con andanadas el mensaje del sabor del caos.

Hakim Bey

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Un comentario en “Caos, magia, arte y anarquía

  1. Muchas gracias x esta valiosa informacion! Estamos aquí para apagar las luces del escenario. Y mientras cunde el pánico,
    cambiaremos el decorado, robaremos los guiones de las manos de los actores y los
    reemplazaremos con alguna otra trama. Las luces se encienden, la obra comienza de
    nuevo, el público vuelve a sus asientos. Y a mitad de la representación apagaremos las
    luces de nuevo y empezaremos otra distinta. Porque sí. Detened la máquina.
    El caos es ahora!!

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